Una plaga que destruye las palmeras al comérselas desde dentro amenaza con acabar con las especies de estas plantas —y con su industria— a menos que se actúe rápidamente de forma global y coordinada. El picudo es la amenaza más peligrosa y destructiva para las palmeras de todo el mundo, incluidas las de dátiles y de cocos en Oriente Medio y en muchas partes de Asia, y las palmeras ornamentales en todo el Mediterráneo y Europa.
Originaria del Sudeste asiático, la plaga se ha extendido rápidamente a través de Oriente Medio y el norte de África durante los últimos 30 años. El año pasado llegó incluso al Reino Unido. Es endémica en muchos países y ha generado enormes costes económicos y sociales, afectando incluso a la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia en muchas comunidades en todo el mundo.
Parte del problema es que el picudo rojo de la palmera es un asesino invisible. Es difícil detectarlo a tiempo porque hay pocos signos externos visibles de que la plaga se haya apoderado de un árbol. Los equipos que las examinan deben buscar pequeños agujeros que sirvan como entrada a insectos en la base o en la corona de cada palmera. Las lagunas en los procedimientos de cuarentena también son otra parte del problema: la plaga invasora se mueve de un país a otro principalmente a través del material de siembra infectado.
Por culpa del picudo, cada año se pierden millones de euros. Solo en Italia, España y Francia, las pérdidas económicas relacionadas con el picudo fueron de alrededor de 90 millones de euros en 2013.
Las palmeras datileras se cultivan desde hace más de 5.000 años. Han contribuido a mantener la vida humana y los medios de subsistencia de la gente en zonas muy calurosas y poco fértiles, y son un símbolo de vida, de cultura y de civilización. Los dátiles que proporcionan son un cultivo importante que contribuye a las economías nacionales, y una fuente importante de ingresos y de alimento para las comunidades rurales. Esta industria y este modo de vida está en juego si no logramos detener la plaga.
Los esfuerzos desplegados en los últimos 30 años para controlar y contener la plaga han tenido resultados variables debidos, en gran parte, a la ausencia de una estrategia clara y bien coordinada. Pero erradicarlo es posible.
En mayo de 2016, las islas Canarias, fueron el primer territorio del mundo en eliminar la plaga, detectada allí por primera vez en 2005. Para lograrlo, parte de la solución fue desarrollar un sistema de información geográfica para recolectar datos de palmeras infestadas y poder gestionar mejor las operaciones de control de plagas.
Tenemos que aprovechar este tipo de tecnologías y seguir trabajando juntos para desarrollar soluciones más eficaces y avanzadas. Ya se investiga el desarrollo de aerosoles naturales de control de plagas y otros productos para luchar contra este mal. Otras soluciones innovadoras incluyen perros que sean capaces de oler y detectar la presencia de los coleópteros, o las imágenes térmicas y micrófonos de alta sensibilidad que son capaces de “escuchar” a las larvas comiéndose las palmeras. Algunos ensayos exitosos han llevado a trabajar en dispositivos auditivos fáciles de usar y de bajo coste con procesamiento de señales digitales.
Detener la propagación del picudo rojo también requiere el compromiso de los países de aplicar estrictamente los controles internacionales sobre el movimiento de material infestado de forma transfronteriza. El intercambio de información, experiencias, conocimientos y expertica de unos países a otros serán lo mejor para nuestra misión.
La FAO ha estado trabajando con autoridades nacionales y comunidades locales para mejorar la producción de dátiles, en un esfuerzo que incluye mejores técnicas de gestión del agua y mayor valor agregado a través de nuevas técnicas de cosecha, procesamiento y envasado.
Estos días, la FAO y el Centro Internacional de Estudios Agronómicos Avanzados del Mediterráneo (CIHEAM) coorganizan una Consulta Científica y una Reunión de Alto Nivel sobre la Gestión del Picudo Rojo. La Consulta Científica reunirá a representantes de las autoridades reguladoras (Organización Nacional de Protección Fitosanitaria, ONPF) y a expertos de países afectados por el picudo, científicos internacionales, y expertos en tecnologías para su gestión.
Esperamos obtener de este encuentro un programa y una estrategia multidisciplinarios definidos y dirigidos a varias regiones para gestionar la plaga. Si unimos nuestras fuerzas, podemos contener y controlar a este asesino invisible.
FUENTE: EL PAÍS